Estée Lauder
(Queens, 1908 - Nueva York, 2004) Empresaria estadounidense
conocida como la «gran dama de la cosmética» que, junto a su esposo, creó el
mayor gigante independiente de la industria. Josephine Esther Mentzer, su nombre
de nacimiento, nació en el barrio obrero de Corona, en Queens (Nueva York),
probablemente el 1 de julio de 1908, aunque sus familiares aseguran que fue en
1906.
Era hija, junto con su hermana Grace, de dos inmigrantes húngaros,
el judío de origen checoslovaco Max Mentzer, dueño de un almacén de semillas y
heno, y la católica de ascendencia francesa Rose (Schotz Rosenthal) Mentzer.Ya
de pequeña, la futura Estée Lauder era conocida por su piel adorable y su
obsesión por tener el mejor aspecto, algo que aprendió de su madre, que siempre
iba protegida por un parasol para no dañar su piel.
Pasión por la cosmética
De su padre aprendió las técnicas de comercio, hasta el punto de
que se comprometió a fundar un día su propio negocio. Las raíces de su imperio
se remontan a los años veinte, cuando empezó a fabricar artesanalmente cremas
faciales y ungüentos en el horno de gas de su tío John, químico.
Estée Lauder
Ella misma vendía esos productos en las puertas de los mercados de
Nueva York durante la Depresión y más tarde en Miami Beach, Florida.
Comercializaba sobre todo una crema para fortalecer las uñas, que era toda una
novedad. Josephine iba a los salones de belleza, donde realizaba personalmente
demostraciones gratuitas a las clientas que esperaban bajo los secadores. Muchas
de ellas se convertían ya en fieles.
El 15 de enero de 1930 contrajo matrimonio con el empresario
textil Joseph Lauter, hijo de dos inmigrantes gallegos, Lillian y William
Lauter, y cambió su apellido por el de Lauder. El 19 de marzo de 1933 nació su
hijo Leonard Allen, y a principios de 1937 el matrimonio empezó a utilizar el
nombre de Estée Lauder para denominar sus productos. La pareja se divorció en
1939, pero volvió a casarse en 1942. Dos años después, en febrero de 1944, nacía
su segundo hijo, Ronald. En 1946 los Lauder creaban formalmente la empresa que
revolucionaría el mundo de la cosmética, Estée Lauder.
Joseph, que tenía experiencia como director de empresa y de
finanzas, encargó a su esposa que se dedicara exclusivamente de la producción y
del marketing, mientras su adolescente hijo Leonard iba familiarizándose con el
negocio.
En 1948 el maná les llovió del cielo cuando consiguieron que la
gran tienda Saks, de la Quinta Avenida, vendiera en dos días un fabuloso pedido.
Entonces contrató sólo a operarias que se comprometieran a utilizar siempre sus
productos y fragancias, tanto en las fábricas como en las tiendas. Poco después
consiguió que sus productos fueran exclusivos en el salón de belleza de Florence
Morris, en Nueva York, caracterizado por la elegancia y el poder adquisitivo de
sus clientas.
Expansión internacional
A principios de la década de los sesenta contrató al prestigioso
fotógrafo Victor Skrebneski, que empezó a publicar revistas con despampanantes
modelos, maquilladas con los nuevos productos de Estée Lauder, una práctica que
ya no abandonaría.
Ya entonces la empresa había revolucionado el mercado con el
lanzamiento de su primera fragancia, Youth Dew, creada en 1953. A ésta le
seguirían con el tiempo otros emblemáticos perfumes: Esteé (1968), Azuree
(1969), Aliage (1972), Private Collection (1973), Beautiful (1985) y Pleasures
(1995). También lanzó una línea de productos para hombres, como Clinique,
Origins, Prescriptive y, sobre todo, Aramis, creada en 1965 y relanzada en 1967.
A partir del éxito de Youth Dew, la empresa inició su expansión y
creó una nueva sede en Neiman Marcus, en Dallas. En 1960 abrió su primer punto
de venta fuera de Estados Unidos, en los almacenes Harrods de Londres, y en 1964
empezó su aventura con los productos de cosmética, que fueron otro éxito, hasta
el punto de que en 1985, tras entrar, no sin dificultades, en Francia (en las
Galerías Lafayette de París), Estée Lauder tendría ya presencia en setenta y
cinco países. En total vendería más de dos mil colores distintos y productos,
todos ellos fruto de una extensa investigación y elaborados siguiendo unos
rigurosos controles de calidad, fabricados por cinco empresas diferentes.
En 1985 Lauder publicó su autobiografía, A success story, y
en 1994 dejó por completo la empresa en manos de sus hijos: Leonard al frente de
la presidencia y Ronald, que fue embajador del gobierno de Ronald Reagan en los
años ochenta, en calidad de director de Estée Lauder International. En la
empresa también ocuparían cargos importantes sus respectivas esposas, Evelyn y
Carole, aunque la compañía empleaba también a otros grandes especialistas que no
pertenecían al clan familiar.
En 1995 la empresa alcanzó un acuerdo con la firma Tommy Hillfiger
para comercializar el perfume Tommy, y salió a bolsa. Fue valorada en unos 2.000
millones de dólares. Según datos de 2003, la firma, con presencia en más de 130
países de los cinco continentes, contaba con 21.500 empleados y con una
facturación de 5.120 millones de dólares. A fines de ese mismo año, la revista
Forbes calculó que la fortuna de los Lauder se elevaba a 4,744 billones de
dólares.
Actividad filantrópica
Desde 1989, a instancias de su propietaria, el grupo Estée Lauder
trabajaba, desde la Fundación contra el Cáncer de Mama, para movilizar a la
opinión pública sobre la importancia de la detección precoz de esta enfermedad,
en una misión que encargó a su nuera Evelyn.
A lo largo de su intensa y larga vida, la fundadora de Estée
Lauder se distinguió también por sus actividades filantrópicas con el Hospital
Sloan-Kettering de Nueva York, o por sus aportaciones al fondo de la Universidad
de Pensilvania y al Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), entre otros.
Fundó, además, el Joseph H. Lauder Institute of Management and International
Studies.
Estée Lauder recibió numerosas condecoraciones, entre ellas la
placa de honor del Colegio Albert Einstein (1968), la Insignia de Caballero de
la Legión de Honor, que le otorgó el gobierno francés en 1978, la Manzana de
Cristal de la Association for a Better New York (1977) y la Medalla de Oro de la
ciudad de París (1979).
Además, en 1970, 575 editores de diarios y revistas financieras la
eligieron la número uno entre las diez mejores empresarias de Estados Unidos. En
1984 fue elegida una de las siete mujeres más importantes del año, y,
finalmente, en 1998, fue la única mujer en la lista de la revista Time de los 20
genios de negocios más influyentes del siglo XX. Además, en 2003, su compañía
fue colocada en el 349 en la clasificación de las empresas mayores de Estados
Unidos.
Al explicar su éxito, la reina de la cosmética dijo una vez: «Yo
nunca he pasado un día sin vender. Si yo creo en algo, yo lo vendo, y lo hago
agresivamente». Para ello, no le importó cortejar a los ricos y famosos e
invitarlos a las fastuosas fiestas que celebraba regularmente en sus mansiones
de Nueva York, Palm Beach, Londres o el sur de Francia.