jueves, 22 de septiembre de 2011

La historia de Helena Rubinstein, la mujer que inventó la belleza

Ella nació en el seno de una familia humilde en 1872 en Cracovia (Polonia), era la mayor de ocho hermanos y se crió en un barrio judío. Fue en Cracovia donde ella intentó estudiar medicina hasta que su padre decidió enviarla a Australia en 1896 a casa de unos parientes. Lo que no faltaría en su equipaje serían 12 tarritos de una crema que su madre le había regalado y cuya receta procedía de la herencia familiar.
Su piel blanca, lisa y radiante era la envidia de las habitantes de Melbourne, poco o nada acostumbradas a cuidar su piel. En cuanto vieron que el secreto estaba en aquellas cremas que traía de su ciudad natal pronto empezarían a demandarlas con gran éxito.
De esta forma nacería su primera crema Valaze, fue tanto el éxito que tuvo aquel producto que Helena decidió comercializarlo a través de los periódicos, y así muchas mujeres australianas conocerían aquella crema, llegando a ganar 24.000 $ en tan solo dos años.
Gracias a aquella crema Helena consiguió abrir en 1905 primer centro de belleza en Melbourne llamado Beauty Valaze, pero una mujer inquieta como ella tenía la necesidad de viajar por Europa así que aquel centro lo dejó en manos de su hermana. De aquel viaje recopiló información consultando a dermatólogos y dietistas y gracias a ello descubrió que existían diferentes tipos de piel y por supuesto con distintas necesidades, ese fue el gran éxito de Helena Rubinstein, saber ofrecer un producto para cada necesidad.
Helena decide abrir un nuevo centro en París pero al inicio de la Primera Guerra Mundial decide trasladarse a Estados Unidos donde terminaría convirtiéndose en una gran empresaria con todo un imperio. Ya en 1931 ya se había convertido en una de las mujeres más ricas de América, a finales de los años 50 su imperio estaba formado por catorce fábricas de cosméticos y más de 40.000 empleados.

La vida familiar y personal

Helena conoció a su primer marido el periodista Edward Titus gracias a aquellos anuncios de sus cremas en el periódico, estarían juntos casi dos décadas teniendo dos hijos. Finalmente terminó divorciándose de él y dos años después se casaría con el príncipe georgiano Atchill Gourielli. Su vida profesional siempre le quitó demasiado tiempo para estar con sus hijos y en una entrevista ella declaraba:
He dado a mis hijos toda la comodidad y el dinero que un ser humano puede recibir. ¿Pero les he dado suficiente de mí misma? No creo…

 

Lucha de reinas

En un camino de éxitos nunca puede faltar la competencia y la enemistad, en el caso de Helena Rubinstein su gran enemiga fue Elizabeth Arden otra reina de la belleza.
El poco afecto que se procesaban era recíproco, a lo largo de sus vidas se atacaron, se quitaron empleados e incluso intentaron robarse los secretos de sus productos.

 

La muerte

El final de Helena Rubinstein fue bastante triste. Por culpa de una embolia fallece en un hospital de Nueva York en 1965, tristemente sola, la mujer que se codeaba con los más grandes desde Hemingway, Dalí o la fantástica Coco Chanel no estuvo arropada por su familia probablemente por no haber sabido ejercer el papel de madre como a ella le hubiera gustado.

 

Frases para no olvidar y curiosidades

Dentro de la vida de Helena Rubinstein hay muchas frases y citas célebres que incluso con el paso de los tiempos siguen siendo todo un referente en el mundo de la belleza:
  • “No hay mujeres feas, ¡solo mujeres perezosas!”
  • “Las obras de arte no se encuentran todos los días en la calle, no se sientan en la mesa en frente de uno”
Incluso gracias a ella las máscaras de pestaña incorporaron el cepillito en su interior inventando la Máscara-Matic, la primera máscara de pestañas que lo incluía.
Y también a ella se le puede atrubuir la invención de la máscara de pestañas waterproof, creada a petición del equipo norteamericano de natación sincronizada en 1939.
Sin duda toda una vida dedicada a la belleza, una mujer que con su contribución ayudó a que un siglo más tarde las mujeres nos sigamos viendo arrebatadoras.

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